30 oct 2014

Durante unos días vamos a reproducir los testimonios de varios de nuestros misioneros diocesanos que con motivo del Domund hicieron llegar a la sede de Obras Misionales Pontificias. Empezamos con el P. Lucas Rodríguez Fuertes.

En primer lugar quiero haceros saber  que pertenezco a la Congregación de los Misioneros de la Preciosa Sangre, habiendo nacido el 25 de marzo de 1940, en Posadilla de la Vega , Parroquia de S. Pedro Apóstol, Diócesis de Astorga, Provincia de León. El 05 de octubre de 1951, entré en aquella Congregación, en la ciudad de Cáceres, Casa del Sol, en donde aún tenemos algunos miembros trabajando. Quiero agradeceros de corazón a todos vosotros que estáis en la retaguardia y nos hacéis experimentar la cercanía de una Iglesia, que con todos los defectos que tiene, por ser una realidad humana, nos hace experimentar el gozo de sentir una Iglesia viva.
El 30 de enero de 2015 completaré los 50 años de presencia en el Brasil. De estos, los 12 primeros, desde 1965 a 1977, trabajé en Rio de Janeiro, como párroco en la parroquia de la Preciosísima Sangre, en aquellos tiempos hermosos del pós Concilio. A seguir, pasé 8 años trabajando en medio de la Selva Amazónica, en la prelatura del Xingu, especialmente en los arrabaldes de la Transamazónica en la Región del rio Anapu, donde compartí, durante 4 años, el trabajo pastoral con la Hermana Dorothy Stang, asesinada en plena floresta amazónica por defender la causa de los pobres. ¡Cuántas veces viajamos con los vidrios de nuestro pequeño Volkswagen (escarabajo) subidos, recelosos de que alguno de los latifundistas pudiese dispararnos! Desde 1986 a 1989 trabaje en la formación, como vicerrector, ecónomo y acompañante pastoral en el Seminario Interregional de Belém do pará. De 1990 a 2001 desempeñé el cargo de párroco de la parroquia de Nuestra Señora del buen Remedio, donde atendíamos a 33 comunidades eclesiales de base. Los 7 años siguientes(2002 – 2007, desempeñé la tarea de formador de nuestro Seminario Mayor Francisco Albertini, en Ananindeua, Estado de Pará, Brasil. En julio fui nombrado Consejero General de mi Congregación, pasando a vivir en Roma desde 2008 a 2013. El 16 de octubre de 2013 llegué de nuevo a Belém donde ayudo en la parroquia de N.S de Guadalupe, en la Diócesis de N, Sra. de Belém do Gran Pará.

¿Qué significa para mí “Renace la alegría” en la misión”? ¡Hay tantas cosas en tantos años! El día 5 de julio pasado de 2014 he completado 50 años de sacerdote, todos ellos vividos en el Brasil. Esto ha representado un gozo enorme compartido con otros compañeros de Congregación, de vida religiosa y del Pueblo de Dios.

Quisiera citar 3 momentos de intensa alegría. En Rio de Janeiro donde, como dije trabajé 12 años, siguiendo las orientaciones del Concilio, que habló tan claro en la Lumen Gentium de la Iglesia como Pueblo de Dios, teníamos una buena equipe pastoral con su Consejo Pastoral, y a este estaba integrada una religiosa, Misionera de N. Sra. De Fátima, por nombre Hildete, que había trabajado durante muchos años en el “Mondo Migliore”, fundado por el P. Lombardi, en parecía con el P. Marins en Valinhos, San Pablo, Brasil. Esa hermana tenía una gran experiencia en el trabajo parroquial, y promovíamos, por las noches, semanas de estudio: Semana Litúrgica, Semana del laico, Semana social, Semana Bíblica…, asesorados por ella y por otros especialistas en los varios temas. Nuestra parroquia era muy admirada, y la gente decía: “Que Padre más bueno” (yo tenía entonces dos años de padre, y poco entendía de parroquia). Quien se llevaba los aplausos era yo, pero quien tenía los merecimientos, era la hermana Hildete. Esta hermana marcó profundamente los primeros años de mi ministerio sacerdotal. ¡La importancia de la dimensión femenina en la Iglesia del Papa Francisco!

Dije arriba que trabajamos juntos la Hermana Dorothy Stang y yo. Quisiera contar algo que pocos saben y que es un signo de su grande amor por el Pueblo y de su creatividad. Como es sabido, la hermana trabajaba directamente con los campesinos, y de modo especial con las mujeres del campo. Ella acompañaba algunos grupos de mujeres campesinas. Un día llevó al grupo la propuesta de fundar una pequeña “tienda comunitaria” (cantina comunitaria) con un grupo de 8 mujeres, donde pudiesen adquirir los géneros de primera necesidad, como sal, azúcar, productos de limpieza, etc., para poder evitar la explotación de los intermediarios. El grupo aceptó inmediatamente la propuesta, pero le preguntaron: “Hermana su idea es fantástica, pero ¿dónde encontraremos el capital inicial para poder comenzar”. Aquella noche la hermana Dorothy no conseguía dormir. Al día siguiente reunió al grupo y le pidió que cada señora trajese el mejor pollo de su corral, y al día siguiente vendieron los ocho pollos y con lo arrecadado compraron una puerca (cerda). Yo vi esta cerda: “mirada de perfil parecía realmente un puerca, pero mirando su espina dorsal, parecía un serrucho, de tan delgada que estaba”.

Esa cerda pasaba una semana en casa de cada una de las mujeres, hasta que, ya más gorda y fuerte pudiese aguantar el reproductor encima de ella. Después de algunos meses nacieron 8 lindos cochinillos, que quedaron junto con la madre hasta que fuesen desmamados . Una vez destetados, cada mujer llevó uno para la engorda en su corral. Cuando crecieron, fueron castrados y engordados, y cuando todos tenían ya bastante peso, fueron vendidos todos juntos, y el dinero de la venta fue el capital inicial de la tienda comunitaria. Así son las cosas de Dios: “de un pollo se llegó a una cantina comunitaria”. De ahí pasaron a adquirir un maquina pequeña, de descascarillar arroz, y la cosa no paró más.

Una última historia que es prueba de la ALEGRÍA QUE RENACE. Como dije más arriba, trabajé 10 años en la parroquia del Buen Remedio, compuesta por 33 comunidades. Un día de domingo, en la comunidad del Niño Jesús de Praga, después de la misa, una joven dijo que necesitaba hablar conmigo. Casi le respondí que no tenía tiempo, porque una hora después tendría que celebrar otra misa en otra comunidad. Pero Gracias a Dios la escuché. Ella me dijo que se encontraba en un túnel sin salida: estaba embarazada, y su padre la expulsaría de casa… y su madre la mataría al saberlo… La escuché con toda atención e cariño, y al final le dije: ”Mira, yo he cumplido ya cuarenta años de sacerdote y he encontrado muchos casos semejantes. Sé que vas a sufrir un poco, pero cuando nazca esa criatura, si es niño, tu padre va a decir: ’es la cara del abuelo’, y si es niña, tu madre va a decir: ‘es la cara de la abuela…” En ese momento el semblante de la joven cambió y comenzó a sonreír. Entonces ella metió la mano izquierda en el bolsillo, sacó un frasco y me lo dio diciendo: “Tenga Padre, ya no lo necesito más…” En el frasco había “chumbiño”, un veneno para matar ratas.

No recuero más el nombre de la joven; no sé si el bebe salió niño o niña, pero sí tengo la certidumbre de que en aquel día ¡Dios salvó la vida de aquella joven!

Entonces descubrí la importancia de la escucha. Prometí a mí mismo, que si por acaso no tengo tiempo para oír a alguien, le daré el número de mi teléfono celular, o mi dirección, o … es importante “echar un cable” a la persona que me necesita, pues eso puede significar la salvación de una vida.


El padre Lucas dedica unas palabras a :

Doña Laura Quingosta Fundadora del Jardín de Infancia
en 1992, actualmente jubilada se encuentra en us Casa para Ancianos llama Pan de Sto. Antonio, administrada por los PP. Capuchinos, en Belen, Pará, Brasil. En Jardín de infancia, Recanto Infantil San Gaspar que fundamos una Sra. por nombre Laura Quingosta, totalmente gratuito que funciona hace 22 años, en una área pobre de ocupación, y actualmente atiende a 100 niños y niñas. La municipalidad actualmente paga a los profesores (as), agua, y luz, pero los alimentos e otras cosas son donados por gente más pudiente. Antes de que la municipalidad ayudase, nos veíamos en la inminencia de cerrar por falta de recursos. Un día Dña. Me dijo muy triste: ¿“y si nos vemos obligados a cerrar”?. .. yo le respondí: “Tal vez llegue a suceder, pero los diez y seis años que funcionó y los centenares de niños que atendimos, eso nadie nos lo quita”. De hecho ahora ya se pasaron seis años más y la cosa funciona mejor que antes.

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